Creo que hace un par de meses empezó mi parálisis.

Todos hemos estado ahí. En ese espacio en el que a pesar de tener todas las ganas, todas las buenas intenciones, el mejor de los horizontes, te quedas estancada/o y no puedes avanzar.

Hay distintos niveles para cuando una/o se siente paralizada/o. Hay algunas que duran un día, otras que duran semanas y otras que pueden durar meses o más. La parálisis sostenida te puede llevar fácilmente por el camino de la depresión. Y en realidad no es de extrañar, pues estar estancada/o significa esencialmente que no estamos abordando lo que tenemos que resolver, hacer o terminar, lo que a su vez genera una sensación de presión y estrés silencioso que no hace más que crecer con el tiempo.

salir de la parálisis

Si no somos capaces de hacer algo, o si por alguna razón la situación no se resuelve por si misma, entonces podemos entrar en ese estado parálisis prolongada que puede ser la causa de que acabemos deprimidas/os. Ese eterno estado de posponer, de tratar de dilatar y extender el plazo ad eternum, es como observar la bola de nieve que crece desde un lugar congelado e inactivo.

Este fenómeno es extraordinariamente común y es muy probable que lo hayas vivido más de una vez. La procastrinación es uno de sus primeros signos. El arte de vivir posponiendo.

Es curioso, pero es tan común que incluso se manifiesta en la costumbre del snooze. Queremos quedarnos un poquito más dentro de las sábanas y posponer nuestro comienzo del día. Por alguna razón muchas veces estamos viviendo en este constante momento de aplazar, de no estar, de no abordar lo que nos pasa y lo que vivimos.

Recuerdo que hace un par de meses cuando comenzó esta sensación de estar paralizada, me dije: “me gustaría escribir una entrada sobre esto”, principalmente porque quería poder resolver el asunto o al menos arrojar algunas luces sobre el problema para que la solución ayudara en algo a los demás. Pero claramente, como yo misma me encontraba en el meollo del asunto, difícilmente iba a poder encontrar una solución y mucho menos escribir sobre ello de manera que aportase.

Hoy no es que tenga el problema resuelto, pero poco a poco he ido descubriendo algunas cosas interesantes sobre como funciona.

La parálisis es un mecanismo y por tanto es un hábito de resolución o de creer que se esta solucionando algo porque al posponer nos engañamos respecto de quitarnos de encima la urgencia. Es como poner la mugre debajo de la alfombra. El verdadero problema surge cuando de tanto evadir lo que debemos solucionar, dejamos de verlo, lo mimetizamos con el entorno y sin darnos cuenta empezamos a arrastrar un problema que somos incapaces de percibir. Este es el estadio más peligroso. Nos acostumbramos a sentir una sensación de agobio, presión y estrés que no podemos puntualizar con claridad y que a la larga se puede convertir en un verdadero problema.

Hace unas días estaba leyendo el libro de Marie Kondo sobre la capacidad sanadora del orden de los espacios. Y decía, “Mucha gente siente la necesidad de limpiar cuando está bajo presión, como justo antes de presentar un examen. Pero esta urgencia no ocurre porque quieran ordenar su habitación. Ocurre porque necesitan poner en orden ”algo más“. (…) En realidad, el acto de desordenar es un reflejo instintivo que distrae nuestra atención del meollo de un problema. SI no puedes sentirte relajado en un cuarto limpio y ordenado, enfrenta tu sentimiento de ansiedad. Bien podría arrojar luz sobre lo que en verdad te aqueja. Cuando tu habitación esta limpia y organizada, no te queda más opción que examinar tu estado interior. Puedes ver cualquier problema que hayas evitado y te obligas a enfrentarlo. Tan pronto como empieces a organizar, te siente obligado a reajustar tu vida. Como resultado, tu vida empieza a cambiar” (p. 29).

Existe quizás un numero infinito de razones y estímulos que pueden generar en nosotros esa reacción de evasión. Pueden ser problemas emocionales, pueden ser problemas en el trabajo, puede ser la ansiedad por concretar una tarea importante, puede ser la aprensión a que nos vaya bien o a que nos vaya mal. Pero en general lo que hay detrás de ese sinnúmero de estímulos y razones es un mismo sentimiento: el miedo.

La verdadera piedra angular radica en identificar a qué exactamente le tenemos miedo, ya que una vez que hemos podido distinguir la causa especifica, se produce un efecto casi mágico de anulación del sentimiento. Eso es lo curioso. Cuando puntualizamos y miramos nuestro temor, la gran mayoría de las veces, éste se anula y el resto de las veces pierde su fuerza. El efecto es tremendamente positivo.

Como dice Marie Kondo en su libro, ese desorden, ya sea sea material o psicológico o una mezcla de los dos, simplemente ilustra ese estado de apilar algo que posponemos, que no situamos o ubicamos en su lugar de inmediato y que mientras más tiempo pasa, mas grave se pone.

Lo que he terminado por descubrir sobre el tema, tiene que ver con el primer paso y quizás uno de los más importantes en el proceso de salir de la parálisis. Y que tiene que ver con el orden y la claridad.

Aquí, te quiero dejar tres pasos que te pueden permitir adquirir esa claridad para puntualizar y sacarte de encima la presión de un tema sin resolver y que además se vincula con uno de los pasos que investigamos cuando hicimos la cuarentena para empezar el año sin miedo. Vamos a ellos.

Paso 1: Fuera de la mente, en el papel

Muchas personas hablan sobre los infinitos beneficios de escribir las cosas que nos preocupan. Sacarlas de la cabeza y acotarlas para que dejen de ser una idea difusa y poco clara que vuelve una y otra vez a nuestra mente. Necesitamos aclarar, esto es esencial.

Aquí me quiero detener un instante. Te pido que lo pruebes. En este mismo momento, toma un papel y un lápiz y escribe lo que has estado posponiendo.

Para ilustrarte cuan importante es este paso quiero hablarte sobre algo que se ha descubierto acerca de los procesos de aprendizaje. Esta comprobado que cuando estamos leyendo algo y pasamos por una palabra que no comprendemos en su uso en el contexto en el que se encuentra, inmediatamente nuestro cerebro deja de comprender lo que le sigue a continuación. Imagina estas estudiando y de pronto hay una palabra que no conoces. La pasas de alto y sin darte cuenta llegas al final de la página comprendiendo que no has entendido o no has absorbido nada de lo leído a partir de ese punto. Esto ha llevado a desarrollar técnicas de aprendizaje que te entrenan para darte cuenta del momento exacto en que has dejado de comprender para abordar esos conceptos o palabras y de esa manera mantener tu nivel de atención y concentración a lo largo del estudio.

Lo mismo sucede respecto de acciones o eventos, situaciones o tareas que debemos realizar. Si de pronto no sabemos como hacerlo, una parte de nuestro cerebro reacciona bloqueando lo que viene a continuación. Y sin darnos cuenta hemos entrado en la parálisis. Por lo tanto lo primero que debemos hacer como un ejercicio diario es aclarar exactamente cuales son las cosas que sentimos debemos hacer y que hemos estado posponiendo por la razón que sea. Luego de escribir la lista de estas cosas, debes brindar al menos una solución o paso a seguir para sacar la lista de tus tareas o temas pendientes. Esto es lo primero.

Entonces el primer paso se resume en dos partes:

1-. Escribe la tarea, tema, situación, etc que sientes debes resolver y has pospuesto hasta ahora.

2-. Escribe que paso debes realizar para empezar a resolverlo.

Paso 2: Desglosar la limpieza y el orden

Sacate la mochila de encima. No pospongas más, no procastrines. Genera un plan de acción que te permita sacarte el tema, la situación, el asunto de encima. Como dice el segundo Sutra de la era de Acuario “Cuando el tiempo esté sobre ti, comienza y la presión desaparecerá”. Confía en estas palabras y hazlo de una manera inteligente, efectiva. Para eso establece pasos pequeños que te hagan fácil resolver el problema. Todo asunto tiene su desafío, pero nada es tan difícil como un conflicto imaginario que no ha llegado a enfrentarse. Ese es un monstruo que no se puede vencer, porque en la mente es simplemente una actualización de su no resolución. Necesitamos llevarlo a la acción.

Ante todo problema, cuando nos toca enfrentar hay solo dos opciones: o lo resuelves o lo aceptas.

Entonces, arma tu plan y deshazte del tema pendiente.

Resumiendo:

1-. Haz un plan para abordar el tema.

2-. Desglósalo en pequeños y simples pasos.

Paso 3: Reconócete a ti misma/o en este mecanismo.

Una de las cosas más importantes que debemos aprender es a identificar nuestros propios mecanismos de estancamiento y de salida. Para cada persona estos operan diferente y vienen acompañados muchas veces por sensaciones especificas que no pueden ser transmitidos de una persona a otra como fuera una receta al estilo de las recomendaciones del paso 1 y 2. Es por eso que cada persona tiene que aprender a identificar sus propios códigos, sus propias alarmas. Para ayudarte a ir definiendo y reconociendo tu propia manera de abordar el tema quiero que te respondas las siguientes preguntas:

  • ¿Cómo me siento cuando estoy presionada/o? (Describe tus sensaciones físicas,  en donde se producen en tu cuerpo, como son?
  • ¿Qué emociones puedes asociar a esa sensación de presión? Escribe que emociones acompañan a la sensación de sentirte presionada/o.
  • ¿Hay recuerdos o imagenes asociados?¿Cuales? Describe con el máximo detalle sin preocuparte de la coherencia.
  • ¿Cómo se siente cuando empiezas a encontrar una salida? ¿Qué sensaciones físicas hay allí? ¿Qué emociones e imágenes?

Intenta hacerte estas preguntas a menudo. Idealmente cada semana y a veces, especialmente en momentos de crisis, cada día. Deja que las respuestas aparezcan y observa los cambios y los elementos comunes. Desarrolla tu capacidad de reconocer tus propias señales.


Con esto espero que puedas reconocer y de verdad empezar a dominar la parálisis. Me encantaría saber tu experiencia con estos ejercicios y en general con el proceso completo de entender como te sientes y si reconoces tus mecanismos. Cuéntame en los comentarios.

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