Mi historia

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Si tú y yo estuviéramos frente a frente y yo tuviera que presentarme… 

 

Te miraría a los ojos.

Te sonreiría.

Estamos por encontrarnos y si me toca hablar a mi primero, prefiero contar una historia de por qué estoy aquí, de cómo los viajes han nutrido el sentido, de cómo todos necesitamos conocernos, de que me encantaría que aprendieras lo que he aprendido.

Trataría de que en este encuentro tanto tu como yo descubramos algo que nos nutra.

Amo descubrime y descubrirnos. Amo sanarnos a través del conocimiento que nuestro interior nos provee.

Amo entregar información y herramientas que siento puedan hacer una diferencia y crecer en el proceso, aprender, desarrollarme y sentir que ese desarrollo no solo me beneficia a mí sino que contribuye al beneficio de los demás.

Si quieres saber mis credenciales, siempre he sido una muy mala estudiante en el sentido formal. Se bastante de muchos temas, pero siempre a mi modo y nunca me pude ajustar del todo al ritmo de la academia formal.

A pesar de estudiar en las dos mejores universidad de mi país, siempre me fui por la mía, estableciendo relaciones poco ortodoxas con la información, mis pares y mis profesores. En esa educación estudié Actuación (Universidad Católica) que no fructificó, Literatura (Universidad de Chile) y un diplomado de Realización cinematográfica (U. de Chile).

Cuando chica era una nerd de los libros, del cine, de la imaginación

Soñaba con viajar a Alejandría con nada más que una mochila y sentarme en la gran biblioteca que había sido reconstruida en Egipto, para pasarme el resto de la vida descubriendo misterios del universo.

Ese era mi sueño.

Pero mi relación con los libros cambió después de la universidad.

Como le pasa a mucha gente, la academia le deforma los sueños a una y el resultado es una seriedad un poco pedante y sin brillo más que el tormento típico del artista. Leer era un asunto casi fetichista para mí y fue el cine el que mantuvo ese fulgor de la magia que buscaba en mi infancia en los libros.

Por lo que cuando empecé a estudiar cine, me sentí igual como si estuviera enamorada.

En ese entonces aún no había en mí ni un ápice de practicidad y el concretar no me iba.

Eso me llevo bastantes años. Así que con el sueño de crear en esa línea, decidí seguir estudiando en Canadá.

Justo antes iniciar ese trote quise darme un gusto y viajar a Cuba.

Un trabajo fantasma (y digo fantasma porque me pagaron por 6 meses, sin concretar el proyecto, aunque trabajamos por él) me dio los medios para poder viajar, pero poco a poco la idea de ir a Cuba fue perdiendo fuerza ante la posibilidad de ir más lejos, mucho más lejos, a India.

Añoraba intensamente la sensación de ir a un lugar en donde todo fuera completamente diferente y donde nadie me conociera. ¿Quién sería yo entonces?, ¿cómo reaccionaría?, ¿seguiría siendo la misma persona que en mi país, con mi gente? Todas estas preguntas me generaban un vértigo y un placer enormes. La aventura en mi había resurgido con el formato del camino espiritual.

India 2007: Un lugar donde la espiritualidad es una joya en medio del fango

Feliz después de ser sumergida en el Ganges

Feliz después de ser sumergida en el Ganges

Recuerdo la noche anterior de mi vuelo a Mumbai. Estaba en Berlín en la casa de mi prima que vivía con su esposo y me habían recibido esa última semana. Hacía frío y mientras miraba por el balcón hacia la calle fumándome un cigarro (como buena literata en esa época fumaba con casi honra), me vi con sorpresa aterrorizada de lo que venía.

Era la primera vez que viajaba sola y se me había ocurrido ir a un lugar tan extremo como ese. Ya no había vuelta atrás y en realidad mientras más lo pienso ese susto tan particular tenía mucho de promesa.

Ese viaje cambió mi vida por completo.

Fue un mes y medio en que sentí una total y profunda conexión con mi sentido de propósito que nunca más me ha abandonado del todo. Tiene que ver definitivamente con Amma y con la espiritualidad que pude experimentar allí. Por fin encontré un camino que aunaba la necesidad de servir con la necesidad de experimentar concretamente el crecimiento personal.

Había visto toda mi vida personas que eran “espirituales” pero que a la primera dificultad se mandaban una de locos. No había una ruta, una práctica que nos llevara a ninguna parte, solo el deseo de ser mejor persona, estar menos loca. De pronto en el yoga y en el oriente encontré una forma de espiritualidad que era esencialmente cotidiana. Que era coherente y que no me decía que todos estaban equivocados por pensar distinto. El amor es el amor. Y el amor como valor espiritual tiene formas muy concretas de crecer y practicarse.

Un vuelco de carreras

A partir de mi regreso, me alejé completamente de las artes.

De pronto ya no me hacía el mismo sentido.

Necesitaba algo que me conectara con lo más profundo de mí y en ese minuto sentía que el arte no cumplía ese propósito. La verdad es que lo veía como algo en decadencia, como una forma de vida que implicaba estar conectada con el dolor, con el caos, con la pasión dormida, en fin, con el sufrimiento.

Y yo ya no quería sufrir.

 

Aprendí en ese minuto que siempre se puede hacer un giro total en la vida para seguir el propio destino.

 

Estudié para ser instructora de Kundalini Yoga, Hatha Yoga Tradicional, Yogaterapia, meditación, naturopatía, ayurveda, y un sin fin de técnicas y terapias que constituyeron el centro de mi interés y trabajo hasta el día de hoy. Viajé varias veces más a India y desde entonces siempre intento ir y recorrer los centros de espiritualidad en el mundo, pero especialmente en mi casa en India.

¿Pero qué hay del arte que fue tan importante?, ¿donde están los pedazos de mí?

Por 7 años las dos áreas de mi vida parecieron completamente separadas. Y por mucho tiempo pensé que simplemente eran etapas. Algo así como  “ya superé la etapa del arte”.

Pero cuando el arte empezó a hablarme nuevamente, a conmoverme, a mostrar su humildad y su maravilla, no tuve otra opción que volver a agachar la cabeza por mi soberbia de pensar que era algo superado, o más bien que era algo que superar.

De pronto, como si simplemente hubiera habido un cronometro que activara el engranaje del sentido, todas las piezas de mi vida comenzaron a encajarse para armar un solo gran esquema donde todo funcionaba. Donde casos que parecían irreconciliables de pronto eran totalmente compatibles e incluso codependientes.

Una y otra vez, como una obsesión volvía a mí la idea de la Integración. Pensaba, “Es posible la tercera opción, más allá de la polaridad, existe una forma donde todas mis partes pueden converger y crear algo nuevo”. Eso decía esa voz.

 

 

Mi trabajo desde entonces ha sido ir encontrando las formas de que ese engranaje funcione para algo que me haga feliz y me de un sentido. Juntando las cosas que son esenciales para mi:

1-. Crear, inventar, tener una visión.

2-. Crecer con lo que voy creando, con mi trabajo, mis relaciones. Aumentar mi Autoconocimiento.

3-. Revisar la relación entre lo que he hecho y cómo eso me ha cambiado.

4-. Concretar. Darle cuerpo a eso que he vivido y creado para que ambas cosas le den impulso y energía a algo en el mundo.

 5-. Comunicar y servir. Aprender a dar al mundo lo primero que se obtenga como beneficio de lo creado. No solo entregarlo en el sentido de publicar, hablar, difundir, sino que crear una forma en que lo que yo haya hecho tenga un servicio primero antes de que yo saque un beneficio.

Estos son los pilares del Modelo de los 5 Elementos, que ha sido el plano detrás de todo lo que he tratado de hacer al momento de integrar.

Todavía no termino el documento donde se explica a cabalidad, pero si quieres leerlo cuando lo termine puedes dejarme tu correo para que te lo pueda enviar.

El modelo de los 5 elementos: Mandamelo cuando termines.

El blog de premalilah es una parte de eso como todos los otros proyectos que están andando y que me mantienen llena de ilusión:

www.Premalilah.cl

Autoconocimiento y Escritura

Esta soy yo, en un pedacito. Si quieres saber por dónde empezar, dale un click al enlace y aprovecha todo lo que hay aquí.

Un Fuerte Abrazo,

Francisca

 

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