Ante los eventos de los últimos días, con los atentados en Francia, la situación en Siria y en realidad en tantas partes del mundo donde hoy se sufre, se hace cada vez más difícil no caer en la desesperanza y la ira. Se hace cada vez más difícil no sucumbir a la idea de que todo esta mal y que no tenemos nada que hacer. En este contexto quiero dejarte una práctica que pueda ayudarte a para no sucumbir y seguir luchando para que la guerra no triunfe. Para que la victoria sea del Amor.

peace is every step

“el hombre nunca es tu enemigo”- Tich Nhat Hanh

“ojo por ojo y todo el mundo quedará ciego” – Gandhi.

Mucha gente piensa que la violencia se vence con violencia. Que la guerra se gana con guerra, que la matanza se gana con matanza. No hay forma de derrotar a la guerra más que bajando las armas. La no violencia no es pasividad, requiere de una fuerza interna, de una valentía y una resistencia enormes. Quiero partir esta entrada con un video de la pelicula Human, donde un joven palestino cuenta como ha logrado vencer, dia a dia, a la violencia.

 

Esta historia es la esencia de esta entrada. El esfuerzo contra la guerra y el odio es un ejercicio cotidiano por enaltecer nuestro sentido de la justicia y no caer en lo que muchas veces es más natural y visceral en nosotros, la ira. ¿Quién puede decir que la paz es algo fácil que no requiere verdadero esfuerzo o heroícidad? La paz es un acto cotidiano y de gran trabajo.

Este fin de semana mientras dirigía un curso de Meditación IAM, les contaba a los alumnos la historia del tendero. En varias tradiciones de oriente se cuenta que si nuestra mente se concentra en la divinidad, la trascendencia o la consciencia suprema al momento de morir, entonces podemos alcanzar la iluminación o Liberación. Se cuenta entonces la historia del tendero que se había pasado toda la vida preocupado de construir su negocio, pero consciente de esta regla de la muerte, quiso probar un truco para poder pensar en la trascendencia al momento de morir. Entonces, le puso a sus hijos el nombre de una divinidad cosa que al acompañarlo, su mente se volcara a ese pensamiento sin esfuerzo. Cuando la muerte del hombre era ya inminente, la mujer del tendero llamo a los tres hijos y le dijo al moribundo:  “ He aquí esposo a tus tres hijos, Rama, Krishna y Vishnu”, entonces el tendero abrió los ojos azorado exclamando “si están todos aquí, quien cuida la tienda?!” y con este pensamiento, el tendero dejó su cuerpo. Lo que señala esta historia es que no hay manera de engañar a la tendencia de la mente. Si has pensado toda la vida en el dinero, es ahí donde irá tu mente al momento de morir, simplemente porque es su hábito.

Es debido a esto que se hace necesario cultivar la paz no solo cuando es momento de guerra o dificultad, sino siempre, de manera que cuando realmente necesitemos de la paz esta no sea difícil de obtener, sino todo lo contrario, un hábito cotidiano al que nuestra mente tienda automáticamente y por naturaleza.

Para cultivar la Paz

Imagina que en tu barrio los encargados de recoger la basura se han declarado en huelga y ya no hacen sus rondas de limpieza. No se necesita mucho tiempo antes de el barrio completo comience a apestar. La mente funciona parecido. Si no sacamos la basura mental, es difícil que no comencemos a apestar de ira, de negatividad, de infelicidad. Igual como nos sentimos de aliviados y felices después de un buen baño, después de limpiarnos tras un día especialmente ajetreado, la sensación de una mente limpia y vaciada de basura, es extraordinariamente potente y relajante. Resulta evidente pensar que tal como necesitamos lavarnos periodicamente para no apestar, lo mismo pasa con nuestra cabeza, con nuestro interior. Si no limpiamos con regularidad, es totalmente natural que nos sintamos colapsados y rebalsados.

La manera más efectiva de aliviar nuestro interior es a través de prácticas de meditación idealmente seguidas de un buen ejercicio que nos prepare para la práctica. Siempre hay que recordar que para facilitar una meditación podemos prepararnos con ejercicios, respiraciones y tal.

He llegado, Estoy en casa

De la maravillosa corriente de la plena consciencia te dejo esta práctica sencilla y amorosa para recordarte que el presente, es el gran regalo y la gran revelación.

“Toma una mandarina en tus manos, pero aún no la peles. No tengas prisa, hoy te comerás esta mandarina de manera consciente. Será el objeto de tu atención durante esta sencilla meditación, así que deberás resistir el impulso de pelarla y comértela en un santiamén con el piloto automático puesto.

Observa la mandarina en tus manos, elévala y acércala a tus ojos para poder apreciar sus detalles: su color, su brillo, su textura, sus irregularidades, su rabito, si es que lo tiene. Fíjate en ella como si nunca antes hubieras visto una mandarina. Tómate tu tiempo.

A continuación céntrate en su textura, estúdiala con tus dedos. Siente su peso en tu mano, su forma. Apriétala ligeramente con los dedos y siente cómo su piel cede a la presión. Si quieres, lánzala al aire con suavidad y vuelve a cogerla al vuelo. Explora la mandarina a través del tacto, sin prisas.

Ahora concéntrate en su aroma. Utiliza tu olfato para investigar esta fruta, como si nunca en tu vida hubieras olido una mandarina. Si quieres, puedes cerrar los ojos y observar si el olor cambia o se percibe igual que con los ojos abiertos. Deja que su perfume entre en ti y toma nota de cualquier pensamiento o sensación que surja.

Antes de pelarla, dedícale unos instantes a pensar en el origen de esta mandarina. La fruta que sostienes creció en un árbol que, a su vez, creció de una semilla que antes se originó en otro árbol. Imáginate tu mandarina en el árbol, no importa si sabes o no qué aspecto tiene un mandarino, juega con tu imaginación. Piensa que antes de ser una mandarina fue una flor y que llegó a mandarina porque un insecto polinizó la flor.

Piensa que esta mandarina está aquí gracias a la tierra, el sol, el agua y el aire que nutrieron el árbol en el que creció. Pero no te olvides de la parte humana: esa mandarina está en tus manos porque un agricultor la cultivó y alguien la llevó hasta el mercado en el que la compraste. Por un momento, toma conciencia de las condiciones naturales y humanas que han hecho posible que esta fruta llegara a tus manos.

Ahora sí, ya la puedes pelar, pero hazlo sin prisas ni urgencias. Siente como la piel cede, dejando al descubierto el interior de la mandarina. Toma nota de los nuevos aromas, es posible que ahora sean más intensos. Fíjate en la diferencia entre el olor de la piel y el de los gajos de la mandarina. Si mientras la pelas algunas gotas de jugo rezuman de los gajos, siente su humedad en tus dedos. Cuando esté pelada, colócala ante tus ojos y vuelve a estudiarla con atención. Ahora parece otra mandarina, ¿verdad? Ahora está desnuda. Piénsalo, esta mandarina estaba dentro de la vieja mandarina, solo que no la podías ver.

Con suavidad saca uno de los gajos de la mandarina y métetelo en la boca. No te apresures, antes de morderlo, siéntelo sobre tu lengua. Deja que ruede dentro de tu boca, como si fuera un caramelo. Siente su textura y su sabor y, cuando quieras, muérdelo con suavidad. Mastícalo con calma, no hay ninguna prisa. Nota el jugo de la mandarina en tu boca, la intensidad de su sabor y cualquier sensación que surja en el campo de tu conciencia. Intenta masticarlo entre 25 y 40 veces antes de tragarlo.

Toma otro gajo y repite el proceso. Primero juega un poco con él en tu boca y después mastícalo con conciencia y suavidad. Continúa así hasta que termines toda la mandarina y, entonces, tómate unos instantes para sentir tu cuerpo y ver cómo está tu mente. Seguramente te habrás calmado y tu mente se sentirá más ligera y silenciosa. Y es muy posible que esta mandarina te haya sabido mejor que muchas de las que has comido en tu vida, ¿no?” (Fuente: https://conconciencia.com/mindfulness-meditacion-mandarina/)

Recuérdate de la importancia de un hábito de felicidad, de paz, de fortaleza. Recuérdate que para que puedas tener la templanza necesaria en el momento en que estés desafiada/o necesitas que tu mente este a tu lado y te guíe hacia donde realmente debes ir.

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