Esta sensación es como la de azul profundo. Te has sumergido tan dentro del mar, donde todas las criaturas son curiosas y diferentes que de pronto al mirar hacia arriba, allá donde el agua es atravesada por las luces de sol, todo parece lejano y un tanto difícil. Después de un poco más de un mes de desaparición, cuando partí a USA al World Domination Summit  (WDS) y luego 3 semanas después a India, al corazón de mi espiritualidad, estoy aquí, tratando de volver a la superficie para extraer un coral, alguna perla que a pleno día siga brillando como lo hace en la profundidad.

pedacito de sueñohecho realidad

«Nadie puede obligar a una flor a abrirse» – Amma

Estos viajes fueron tan intensos que aún me siento ondeando, como si fuera una bandera tibetana en el viento, en el tope de una montaña muy alta y solitaria. Como ir realmente de un extremo a otro. He pensado mil veces en qué decir, que contar y extraer de todo esto para subirlo al blog y me ha costado mares, océanos dilucidar qué decir, que sacar como conclusión.

Como aún no puedo decir nada claro, estoy asumiendo que lo que me queda es simplemente contar algunos hitos de estas experiencias. El descubrimiento quizás más importante, tiene que ver con ese viaje a lo profundo y como muchas veces salir a la superficie, sacar cosas en limpio puede ser un proceso más largo de lo que esperamos. A pesar que todo el mundo (incluida yo) quiera resultados inmediatos, las cosas toman su tiempo: la semilla germina cuando tiene que germinar. No antes, no después.

Caleidoscopio de sueños hechos realidad

¿De dónde salió el World Domination Summit?, ¿qué fui a hacer a Estados Unidos? Me acuerdo estar escribiendo en mi pizarra blanca, «simplemente estar allí». En ese minuto, que fue hace solo un mes, me sentía como si estuviera en el espacio flotando, sin hilos ni conducciones. Con muchos proyectos encima y totalmente estresada. Solo sabía que debía estar ahí. El WDS fue una de las metas que me puse en algún momento, uno de los sueños que tuve y que se realizaron para mi calmada y anonadada sorpresa. Lo pensé originalmente porque me hacía sentir que sería una experiencia de encuentro con creativos, la posibilidad de compartir con personas que estuvieran pasando por un proceso similar al mío. La realidad fue muy diferente de lo que esperaba por millones de razones.

El viaje al WDS fue un impacto por la belleza casi onírica de Portland, el vacío existencial que sentí en cada cosa, el rio que abría la amplitud de los bosques, la impresionante similitud con la tierra de Nunca Jamás, los ojos de Zack y sus tatuajes de Batman, la sensación de estar en un país de prisioneros, la enorme cantidad de personas “homeless“ y gritando en la calle. El acuerdo tácito en los parques entre la gente ”normal” y la gente de la calle para que los primeros alimenten a los segundos con sus sobras. Los barrios peligrosos de San Francisco, la comunidad inmigrante y los mundos que viven paralelos y que a pesar de ocupar el mismo espacio parecen no tocarse ni mirarse jamás. Mi amigo Pancho de la universidad y su lindísima esposa Liz, que me convido pomelo fantástico sideral. Los buses y el parque universitario. Pie grande en mi refrigerador, y el diseño mágico de las imágenes y los mapas. Las maravillosas bibliotecas (de lo mejor-mejor-mejor), los starbucks que esencialmente eran mi wifi. El ambicioso vacío absoluto de Los Angeles y el exceso abrumante de opciones para lo que sea. Ruhi, el Golden Gate y Alcantraz. Historias, comida iraní, café, auto y vestidos con Ruhi: la mejor del mundo (otro sueño cumplido). Una librería llamada manzana y los sapos de china donde Kayne west vendía unas sobre-apreciadas-aburridas-camisetas-naranjas por las que personas jóvenes hacían filas por manzanas y manzanas y quizás pagaban una absurda fortuna. Una carretera para pensar, entender y elaborar sobre la cultura estadounidense camino a Seattle con una ex trabajadora de Microsoft y su novio que viajarían en nada a Machu pichu y que hoy por hoy se dedicaban a enseñarle a la gente a vivir. El tren Starlight que corre por la costa oeste y un niño de 18 años a punto de entrar a servicio militar estadounidense para quizás ser destinado a uno de esos lugares donde la muerte y la locura de la guerra son realidad cotidiana. La conversación con él sobre el pentágono, su padre y conspiración junto a un estudiante de poesía francesa de Princeton y una mujer de los pantanos de la zona sur de Estados Unidos mientras mi compañera de asiento iba de camino a cuidar a su padre que se había perdido, pensando que era lo mínimo que podía hacer. Escribir en un tren, mi trabajo y los pedazos de personalidad que siempre obstaculizan (sueño cumplido).  Las bancas de madera alta en la estación y la escena de La boda de mi mejor amigo entre Cameron Diaz y Julia Roberts. La casa de Magnolia, la mano roja que quebré sin querer, la zona industrial y la torre de millonarios en Los Angeles. Joan Baez en el monstruoso teatro de metal de Disney: Joya de arquitectura, coraza sin corazón de la ciudad, la vida y las calles eternamente vacías de toda América (como se llama al país sin nombre).

Este pedacito de USA y lo que todo eso hizo en mi…

El WDS quedó enterrado en el impacto de todo lo demás. Cuando entré en la biblioteca publica de Portland abrí un libro en la sección de niños sobre la historia en Grecia y lo que decía era algo así como: en pleno apogeo de la cultura griega había 30 mil ciudadanos libres y 140 mil esclavos. A pesar de la clara ventaja de numero, los esclavos nunca se revelaron porque seguían soñando con la libertad y la posibilidad de algún día, tener esclavos a su vez.

Cuando llegué a Santiago no me quedaba tiempo de procesar. Debía enchufarme de inmediato con la venida de Swami Ramakrishnananda, uno de los colaboradores cercanos de Amma, mi Maestra, que se quedaba en casa y que bueno, representaba un movimiento total hacia otra dirección. En una semana llegaron los amigos de España y Argentina, la bendición absoluta del Swami y otro sueño cumplido de ver tantos voluntarios, tantos corazones y manos trabajando: un equipo completo de gente en los bhajans (cantos devocionales), las voces, la gente y la emoción. La maravilla y agradecimiento de estos días. Ideal para preparar la última semana antes de partir a India y ver a Amma después de 3 años.

Me quiero reservar esto último, porque de esto se, que lo que extraigo aparecerán hilos e hilos de agradecimiento, revelación y belleza. Mi corazón está en India y en el sonido total de la eternidad al borde del Mar Arábigo.

Solo estar encima del avión era otro sueño más cumplido. Después de un año y medio de planear, finalmente se concretaba el inicio Viajes con Sentido. Un proyecto sin fines de lucro para donar todos los excedentes – que esta vez no eran muchos, pero que fueron al fin-, para que un grupo de personas pudiera experimentar directamente la vida en el Ashram (monasterio) de Amma en India.

Con el corazón lleno, no tengo más que agradecer y tratar de dejar que todo esto, las imágenes de cientos de miles de personas pasando por los brazos de Amma mientras yo intentaba cocer con mis pies en un pedal de maquina antigua una toalla higiénica ecológica para las mujeres de las tribus del centro de India, pudieran tener el trozo de libertad que nosotros damos por sentado cada día, cada instante por tener lo que tenemos.

El mar y el olor a rosas en el pecho de Amma. La madrugada y los mantras. Las conversaciones en tantos idiomas y un baile tribal a las dos de la mañana mientras Ella misma se prepara para bailar. Después de 24 horas repitiendo el mismo gesto del abrazo una y otra vez con la risa en la boca y los ojos brillando, llamar a mil personas más mientras yo con suerte logro mantenerme despierta. El milagro del Amor.

Todo esto, y mil, explosiones más durante mi ausencia. Quizás por ser tanto tengo una buena excusa. Podía ver mientras pasaban los días y las semanas sin escribir y dejando el blog a medio camino, la imagen de un embudo. Había y hay tanto material que sacarlo por la pequeña vía de escape me parecía imposible. Además, tengo que confesar que estoy tan lejos del sindrome japones de registrar todo, que eso me juega en contra. Al momento de ser arrobada por una revelación o un sentimiento necesito tener el tiempo de poder integrarlo antes de pensar si quiera en darle forma y menos aún palabras.

Lenta como un mamut, iré sin embargo desenmarañando cada trocito de estas historias, y prometo intentar adquirir una forma un método para no desaparecer durante tanto tiempo.

Hasta entonces… aquí el lento desenrollar de esta madeja de sueños.

Todos nos abriremos, cuando sea nuestro momento. Y lo demás es solo polvo y oxido en el viento.

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