La verdad de los Sueños I: Portland y WDS

La verdad de los Sueños I: Portland y WDS

Portland es sin duda una de las ciudades más bellas que he visitado. Más de una vez mientras caminaba entre las casas encantadas, tocando los girasoles colgantes que cruzaban más allá de la cerca, comiendo las manzanas caídas de los árboles o escuchando la música que emanaba de una casa vacía como si fuera una caja musical, cada vez que sentía el aroma familiar de las calles, los dibujos elaborados, los Picachús en medio del jardín, o me sentaba a leer la infinitud de libros que faltaban en mi casa, vida, historia y luego de quedarme mirando largo rato una tienda de la que hubiera querido llevarme todo, pensé que ese era el lugar donde alguna vez yo hubiera soñado vivir. Claramente es la ciudad fundada por Peter Pan. Si la tierra de Nunca Jamás quedó escondida en algún sitio, ese lugar es Portland. No se porqué, la llamada ciudad de las rosas no tiene una estatua de su oculto fundador adolescente en el centro de su parque principal. Todo parece estar diseñado para permanecer en el candor de una magia oculta como aquella de los ensueños. Incluso los trenes, o el aire, venían cargados de esa posibilidad de vivir entre niños, jugando, haciendo que todo en hermosa miniatura parezca perfecto.

sueños

Pero luego apareció esta sensación. Quizás fueran las calles vacías, o la distancia infranqueable entre las personas que veía interactuar. Cada vez que me decía a mi misma, yo hubiera vivido aquí me recordaba porqué nunca he querido irme a un lugar idílico a vivir, por qué nunca he salido de Santiago. No puedo negar que soy afortunada. La casa donde vivo es pequeña, pero tiene un jardín dulce de arboles, parrón y frutas. Sin embargo siempre pienso en la historia de los lotófagos. Simpre pienso que hay ciertos lugares que te dan la sensación de estar haciendo algo, pero que eso no sea real. Y que en el idílico escenario que te plantean, se haya oculto un muy hermoso modo de olvidar lo que realmente tienes que hacer. Y eso, desde lo más profundo de mi, me deja con una sensación de sin sentido tremendo. Quizás por eso tengo esta obsesión por generar recursos para recuperar el sentido. Son tantas las maneras que hemos diseñado para perderlo que se me hace urgente recoger cada una de las muchas formas para volver a encontrarlo.

Esta sensación me vino hace algunos años cuando estaba en Berlín y también en Londres. Todas ellas son impresiones distintas -es verdad que cada ciudad es como una persona, no se repite, no es igual, está viva-, y Portland era un especie de portal bizarro a USA, porque allí, se permiten muchas cosas que en el resto del país son imposibles.

Toda la gente era amable, pero sobre todo, las personas que no tienen nada que perder, o los que están aún soñando con ser ellos mismos sin aspirar a nada. Durante el WDS era distinto. Las personas que están allí están buscando diferenciarse, aglomerarse en un grupo de personas “asombrosas“, lo cual de por si genera una especie de euforia, una ansiedad. Esa euforia siempre me ha atemorizado. Lo se porque no me siento cómoda. No pareciera haber suficiente espacio para dilucidar que quiero hacer y yo soy extremadamente lenta. Estoy caminando siempre en un sendero donde tiene que haber tiempo para saber, tantear y determinar lo que vamos a hacer. No para controlar, sino para poder estar presente y no sentir que simplemente estoy reaccionando aceleradamente a la millarada de estimulos que vienen en mi camino.

La razón por la que supongo que huyo de lo idílico es porque no quiero dormirme. La razón por la que no quiero entrar en la vorágine de la euforia y el hacerse parte de una tribu como sea, es porque no quiero perderme de mi misma. Entonces qué quiero? Curiosamente esta fue la pregunta que me asaltó con voracidad abismante en el final del viaje. Podía sentir esa pregunta por doquier como si hubieran enormes carteles en todo el país diciendo ¿Que quieres? y luego miles, millones de respuestas ofreciendo alternativas. Antes de que puedas terminar de formular la pregunta, alguien ya esta tratando de enchufarte una solución.

Siempre vuelvo a ese personaje de la película Laberinto. Sarah acababa de comer el damasco que la hace olvidar y se encontraba en un lugar donde todos los seres llevaban sus objetos amados encima, como parte de su cuerpo, como una graan mochila. Sarah sabía que le faltaba algo y la anciana del lugar, le decía: “será esto querida? Tu muñeca betsi bu, todo esta aquí, nada te falta” y le pasaba y le pasaba las cosas poniéndolas alrededor de su cuerpo, llenándola alrededor, repitiéndose a si misma.

Antes de que puedas sentir y encontrar muy profundo la respuesta de qué es realmente lo que estas buscando, alguien o algo te ofrece una solución y te pierdas en ello, dejas de buscar

Carretera y entendimiento

Cuando terminó el WDS, tenía que viajar a Seattle y pregunté en el grupo del evento si alguien tenía hueco para llevarme. Apareció este tipo con su pareja. Vivían en Seattle y en pocos días se iba a Machu Pichu por lo que ella iba aprendiendo español. Varias cosas pasaron en el camino, pero sobre todo una profunda y aguda conversación sobre la cultura norteamericana y las sensaciones que yo estaba teniendo y que no sabía con quién compartir. En un momento de la conversación, uno de ellos me dijo. Lo que sucede es que aquí, para la mayoría, solo te das el permiso de relajarte cuando has alcanzado un cierto nivel socioeconómico. Solo tienes permiso para ser quien eres cuando has llegado a ese nivel, porque solo entonces has dejado de necesitar probar algo. Eso, o quedarte al margen de la carrera.

Eso me hizo sentido respecto de USA, pero también me hizo pensar en qué era lo que en mi país o en los otros países, impedía que la gente se diera el permiso de acceder a si misma, de ser quien es. Hay ciertos lugares en los que la gente siente que tiene que probar que es inteligente; otros, probar que es hermosa, o tonta, o sumisa, o poderosa, o rica, o pobre, o cool, o a la moda, o pura, o lo que sea. En verdad el acceso al ser es muy escaso en estos días. Solo que allá parecía más notorio. Más excesivo.

Los días en Seattle fueron dulces y suaves. Otra cosa de la ciudades: Un incendio tenía una parte de la ciudad oculta debajo de la ciudad actual. No recuerdo la verdad de si esto es verdad o no, pero es un recuerdo intrigante por lo que lo escribo igual. Asissi también tiene una ciudad debajo. Una ciudad romana. Y salen pedazos de esa ciudad en medio de las calles, como en Roma, aunque en la capital italiana eso es como una invasión de la decadencia infinita del tiempo, en Assisi es como una especie de guiño. En fin, Seattle, tiene una magnifica biblioteca con varios pisos de libros. Que maravillosas las bibliotecas. Todo eso me dio una nostalgia infatigable de mis epocas de libros. (creo que eso me esta comiendo otra vez). Y así como en algun minuto tuve el fetiche de entrar a los metros (eso sigue) de todo el mundo y los cines, de pronto se me instaló que en USA, el lugar de descanso eran las librerías y las bibliotecas. En Seattle encontré esta novela gráfica. Fascinante.

El tren

Hace unos años atrás vi un artículo de los chicos de Superhábitos. En ella, una de las blogueras decía como finalmente había logrado cumplir su sueño de trabajar mientras viajaba en tren. Salía en una foto sentada ante la ventana del tren que corría, mientras escribía en su compu. Siempre, siempre he soñado con estar escribiendo en trenes y barcos (queda pendiente este sueño para este y el próximo año, ya les contaré cuando lo haga), y de pronto cuando me tocó subirme al Starlight que cruza las costa oeste de USA, me di cuenta de que estaba sacando ese sueño de la lista.

Lo del tren da para mucho. A pesar de que solo era un día de viaje (en India, cruzar desde Delhi a Kayamkulam eran viajes de dos días y medio, así que esto era un relajo), tuve tantas impresiones, tantas cosas me tocaron que creo van a aparecer muchas cosas de todo ello. Pero lo que quiero decir es que cuando me senté a trabajar en el tren me di cuenta de que no quería trabajar y que quizás mi sueño no me apetecía tanto. En USA, muchos sueños quedaron aplastados por la realidad. No es que no quiera escribir ni trabajar mientras viajo, es solo que debo recordar la primera máxima de los sueños: la esencia esta en la sensación. Un sueño es en realidad una cápsula de sensaciones y lo que en realidad estas buscando cuando quieres materializar un sueño es reproducir una sensación.

Estar en Nunca Jamas, ir a un congreso de gente asombrosa, ir a la ciudad de los sueños, viajar en tren, encontrarse con la gente con la que sigues y te inspiras, etc no tiene nada que ver con las ideas de esas cosas sino con la sensación que esas ideas te producen o crees que te van a producir.

Si pierdes la verdadera razón por la cual quieres algo, es decir, si pierdes la sensación que en realidad quieres sentir, puede que termines en Timboctú con una angustia galopante porque no sabes que estas haciendo ahí.

Claridad de sentir, mi querido Watson

Entonces. Sí, todo se resume en lo siguiente. Este viaje fue como una deuda saldada y una revelación para los sueños. Hay sueños que debes cumplir no para gozar, sino para crecer, para entender cual es la verdadera función de los deseos. Este viaje me habló sobre la claridad, pero no de lo que estoy persiguiendo sino de lo que soy y que la única felicidad se haya en esto último, porque del ser emanan todas las otras cosas, todas las otras felicidades.

Un sueño es una zanahoria que te empuja a investigar, descubrir y asentar lo que en realidad andas buscando, pero todo esta aquí, adentro, muy adentro de tí.

Caleidoscopio de Sueños

Caleidoscopio de Sueños

Esta sensación es como la de azul profundo. Te has sumergido tan dentro del mar, donde todas las criaturas son curiosas y diferentes que de pronto al mirar hacia arriba, allá donde el agua es atravesada por las luces de sol, todo parece lejano y un tanto difícil. Después de un poco más de un mes de desaparición, cuando partí a USA al World Domination Summit  (WDS) y luego 3 semanas después a India, al corazón de mi espiritualidad, estoy aquí, tratando de volver a la superficie para extraer un coral, alguna perla que a pleno día siga brillando como lo hace en la profundidad.

pedacito de sueñohecho realidad

«Nadie puede obligar a una flor a abrirse» – Amma

Estos viajes fueron tan intensos que aún me siento ondeando, como si fuera una bandera tibetana en el viento, en el tope de una montaña muy alta y solitaria. Como ir realmente de un extremo a otro. He pensado mil veces en qué decir, que contar y extraer de todo esto para subirlo al blog y me ha costado mares, océanos dilucidar qué decir, que sacar como conclusión.

Como aún no puedo decir nada claro, estoy asumiendo que lo que me queda es simplemente contar algunos hitos de estas experiencias. El descubrimiento quizás más importante, tiene que ver con ese viaje a lo profundo y como muchas veces salir a la superficie, sacar cosas en limpio puede ser un proceso más largo de lo que esperamos. A pesar que todo el mundo (incluida yo) quiera resultados inmediatos, las cosas toman su tiempo: la semilla germina cuando tiene que germinar. No antes, no después.

Caleidoscopio de sueños hechos realidad

¿De dónde salió el World Domination Summit?, ¿qué fui a hacer a Estados Unidos? Me acuerdo estar escribiendo en mi pizarra blanca, «simplemente estar allí». En ese minuto, que fue hace solo un mes, me sentía como si estuviera en el espacio flotando, sin hilos ni conducciones. Con muchos proyectos encima y totalmente estresada. Solo sabía que debía estar ahí. El WDS fue una de las metas que me puse en algún momento, uno de los sueños que tuve y que se realizaron para mi calmada y anonadada sorpresa. Lo pensé originalmente porque me hacía sentir que sería una experiencia de encuentro con creativos, la posibilidad de compartir con personas que estuvieran pasando por un proceso similar al mío. La realidad fue muy diferente de lo que esperaba por millones de razones.

El viaje al WDS fue un impacto por la belleza casi onírica de Portland, el vacío existencial que sentí en cada cosa, el rio que abría la amplitud de los bosques, la impresionante similitud con la tierra de Nunca Jamás, los ojos de Zack y sus tatuajes de Batman, la sensación de estar en un país de prisioneros, la enorme cantidad de personas “homeless“ y gritando en la calle. El acuerdo tácito en los parques entre la gente ”normal” y la gente de la calle para que los primeros alimenten a los segundos con sus sobras. Los barrios peligrosos de San Francisco, la comunidad inmigrante y los mundos que viven paralelos y que a pesar de ocupar el mismo espacio parecen no tocarse ni mirarse jamás. Mi amigo Pancho de la universidad y su lindísima esposa Liz, que me convido pomelo fantástico sideral. Los buses y el parque universitario. Pie grande en mi refrigerador, y el diseño mágico de las imágenes y los mapas. Las maravillosas bibliotecas (de lo mejor-mejor-mejor), los starbucks que esencialmente eran mi wifi. El ambicioso vacío absoluto de Los Angeles y el exceso abrumante de opciones para lo que sea. Ruhi, el Golden Gate y Alcantraz. Historias, comida iraní, café, auto y vestidos con Ruhi: la mejor del mundo (otro sueño cumplido). Una librería llamada manzana y los sapos de china donde Kayne west vendía unas sobre-apreciadas-aburridas-camisetas-naranjas por las que personas jóvenes hacían filas por manzanas y manzanas y quizás pagaban una absurda fortuna. Una carretera para pensar, entender y elaborar sobre la cultura estadounidense camino a Seattle con una ex trabajadora de Microsoft y su novio que viajarían en nada a Machu pichu y que hoy por hoy se dedicaban a enseñarle a la gente a vivir. El tren Starlight que corre por la costa oeste y un niño de 18 años a punto de entrar a servicio militar estadounidense para quizás ser destinado a uno de esos lugares donde la muerte y la locura de la guerra son realidad cotidiana. La conversación con él sobre el pentágono, su padre y conspiración junto a un estudiante de poesía francesa de Princeton y una mujer de los pantanos de la zona sur de Estados Unidos mientras mi compañera de asiento iba de camino a cuidar a su padre que se había perdido, pensando que era lo mínimo que podía hacer. Escribir en un tren, mi trabajo y los pedazos de personalidad que siempre obstaculizan (sueño cumplido).  Las bancas de madera alta en la estación y la escena de La boda de mi mejor amigo entre Cameron Diaz y Julia Roberts. La casa de Magnolia, la mano roja que quebré sin querer, la zona industrial y la torre de millonarios en Los Angeles. Joan Baez en el monstruoso teatro de metal de Disney: Joya de arquitectura, coraza sin corazón de la ciudad, la vida y las calles eternamente vacías de toda América (como se llama al país sin nombre).

Este pedacito de USA y lo que todo eso hizo en mi…

El WDS quedó enterrado en el impacto de todo lo demás. Cuando entré en la biblioteca publica de Portland abrí un libro en la sección de niños sobre la historia en Grecia y lo que decía era algo así como: en pleno apogeo de la cultura griega había 30 mil ciudadanos libres y 140 mil esclavos. A pesar de la clara ventaja de numero, los esclavos nunca se revelaron porque seguían soñando con la libertad y la posibilidad de algún día, tener esclavos a su vez.

Cuando llegué a Santiago no me quedaba tiempo de procesar. Debía enchufarme de inmediato con la venida de Swami Ramakrishnananda, uno de los colaboradores cercanos de Amma, mi Maestra, que se quedaba en casa y que bueno, representaba un movimiento total hacia otra dirección. En una semana llegaron los amigos de España y Argentina, la bendición absoluta del Swami y otro sueño cumplido de ver tantos voluntarios, tantos corazones y manos trabajando: un equipo completo de gente en los bhajans (cantos devocionales), las voces, la gente y la emoción. La maravilla y agradecimiento de estos días. Ideal para preparar la última semana antes de partir a India y ver a Amma después de 3 años.

Me quiero reservar esto último, porque de esto se, que lo que extraigo aparecerán hilos e hilos de agradecimiento, revelación y belleza. Mi corazón está en India y en el sonido total de la eternidad al borde del Mar Arábigo.

Solo estar encima del avión era otro sueño más cumplido. Después de un año y medio de planear, finalmente se concretaba el inicio Viajes con Sentido. Un proyecto sin fines de lucro para donar todos los excedentes – que esta vez no eran muchos, pero que fueron al fin-, para que un grupo de personas pudiera experimentar directamente la vida en el Ashram (monasterio) de Amma en India.

Con el corazón lleno, no tengo más que agradecer y tratar de dejar que todo esto, las imágenes de cientos de miles de personas pasando por los brazos de Amma mientras yo intentaba cocer con mis pies en un pedal de maquina antigua una toalla higiénica ecológica para las mujeres de las tribus del centro de India, pudieran tener el trozo de libertad que nosotros damos por sentado cada día, cada instante por tener lo que tenemos.

El mar y el olor a rosas en el pecho de Amma. La madrugada y los mantras. Las conversaciones en tantos idiomas y un baile tribal a las dos de la mañana mientras Ella misma se prepara para bailar. Después de 24 horas repitiendo el mismo gesto del abrazo una y otra vez con la risa en la boca y los ojos brillando, llamar a mil personas más mientras yo con suerte logro mantenerme despierta. El milagro del Amor.

Todo esto, y mil, explosiones más durante mi ausencia. Quizás por ser tanto tengo una buena excusa. Podía ver mientras pasaban los días y las semanas sin escribir y dejando el blog a medio camino, la imagen de un embudo. Había y hay tanto material que sacarlo por la pequeña vía de escape me parecía imposible. Además, tengo que confesar que estoy tan lejos del sindrome japones de registrar todo, que eso me juega en contra. Al momento de ser arrobada por una revelación o un sentimiento necesito tener el tiempo de poder integrarlo antes de pensar si quiera en darle forma y menos aún palabras.

Lenta como un mamut, iré sin embargo desenmarañando cada trocito de estas historias, y prometo intentar adquirir una forma un método para no desaparecer durante tanto tiempo.

Hasta entonces… aquí el lento desenrollar de esta madeja de sueños.

Todos nos abriremos, cuando sea nuestro momento. Y lo demás es solo polvo y oxido en el viento.

Beneficios de la simpleza

Beneficios de la simpleza

Como existe una relación directa entre el grado de simpleza y nuestra sensación de felicidad. Todo apunta a que esta tendencia a complicarnos, a tener más, más elaborado, específico e intrincado es la vía más efectiva para alejarnos de lo que realmente nos sacia y satisface. Mientras, más simple, mejor. Y entendamos que la falta de complicación no implica falta de profundidad.

simpleza

Tengo un prima que vive en Berlín. Su hija mayor estudia en un colegio Waldorf y en el colegio tienen la costumbre de premiar a los niños con un queque al final de la semana. En el queque viene escondida una almendra y nadie sabe a quien le tocará, pero es sin duda todo un evento cuando eso sucede. A mi sobrina le ha tocado dos veces y cuando le pregunté sobre ello, paró lo que estaba haciendo, paseó la mirada y adoptó un tono serio y solemne, como un artista que ha ganado un premio muy importante del cual no se siente merecedor.

Ella siente el encanto de la importancia como la gentileza del destino sobre su trocito de queque.

La felicidad en la simpleza: el diálogo entre lo que esperamos y lo que obtenemos

Es así que la felicidad y lo extraordinario son en distinta forma cualidades relativas de la experiencia. Es decir son la expresión del dialogo entre lo que esperamos y lo que obtenemos. Mientras más simple es nuestra vida más fácil es acceder a lo extraordinario, más sencillo tocar  la felicidad. Esta última viene en la presencia misma, como tan elocuentemente lo expresa Eckhart Tolle en El Poder del Ahora.

Mientras más complejo todo es, más difícil se te hace acceder al territorio de la verdadera dicha.

Esto es totalmente lógico.

Recuerdo una charla de Tony Robbins acerca de cómo son los parámetros que tenemos, son los que construyen la sensación de lo que nos hace felices. Ponía el ejemplo de un hombre que se sentía totalmente fracasado porque no había alcanzado la meta de ganar los 100 millones de dolores que se había propuesto, si no solo 90!, o algo así. No había logrado bajar los 5 kilos, sino solo cuatro, no había logrado que su hijo entrara a Yale sino a Princeton. Su vida, para él era una larga lista de este tipo de decepciones.

Luego, se encontró con otro hombre que le dijo que su vida era la bomba, Tony le preguntó, ¿por qué?, ¿qué has conseguido? Y el respondió Nada, solo estar sobre el suelo, ¡eso es la bomba!

Nuestra felicidad se mide por el margen que ofrecen nuestras expectativas, en otras palabras, lo que nosotros definimos como la bomba.

Claramente si tus expectativas son sencillas, tu sensación de estar rompiéndola siempre, va a ser constante.

Pero hay que decirlo, esto también puede ser una trampa. No se trata de nivelarnos hacia abajo, podríamos mal interpretar esta idea. No se trata de ponernos metas o estándares tan reducidos que siempre estemos excediendo lo esperado, porque eso nos generaría un especie de cinismo, de sensación de mediocridad, incluso de cobardía o desvalorización.

Como en todo se trata de alcanzar un equilibrio. Hay una fórmula que combina de manera nutriente y recíproca la relación entre lo que nos sentimos capaces de hacer y nuestra fuerza, expectativa y energía para lograrlo. El desafío debe estar en esta ecuación para que haya razón para celebrar. Los parámetros del desafío no son necesariamente externos, más bien diría  que son siempre internos y que se expresan en alguna tarea externa solo porque funcionamos con esta necesidad de que todo sea una representación de lo que sentimos y vivimos internamente. Este es el primer truco. El segundo truco es que en realidad no hay nada que conseguir.

(Un paréntesis:)

«He estado buscando al habitante de esta casa por miles de existencias y he aquí…»

– Buddha

En última instancia no necesitas nada. Estar es la bomba, ni siquiera sobre el suelo, simplemente estar. Pero no podemos darnos cuenta, no es posible que entendamos, sintamos y apreciemos esta verdad sin haber explorado todo lo demás.

Me acordaba de este paraje en el libro el poder del ahora donde Eckhart Tolle hablaba sobre la parábola del retorno del hijo pródigo:

 «Este proceso lo explica Jesús en su parábola del hijo pródigo, que deja el hogar de su padre, dilapida su fortuna, se convierte en un mendigo, y después es forzado por su sufrimiento a volver a casa. Cuando lo hace su padre lo ama más que antes. El estado del hijo es el mismo que antes, sin embargo no es el mismo. Tiene añadida una dimensión de profundidad. La parábola describe un viaje desde la perfección inconsciente, a través de la imperfección y del «mal» aparentes, hacia la perfección consciente.»

Cuando me pongo a escribir estas cosas, diciendo «has planes», «ten estrategias», «fluye» «conócete», «crea esto» «has aquello», «viaja por el mundo», bla bla bla. Todo esto es el primer truco, funcionamos así, en un eterno juego de zanahorias, persiguiendo la sensación que tenemos de felicidad para deconstruirla en cada vuelta de tuerca. Es un viaje para volver al mismo sitio donde partiste, sí. Pero hay algo en el viaje que te hace apreciar, las flores de tu jardín en una forma totalmente extraordinaria y novedosa. Es el viaje lo que te revela la verdad. De manera que si sigues persiguiendo llegará un momento en que naturalmente tu corazón dirá «basta ya, es hora de volver a casa». Hasta entonces debes ir abriéndote, buscando el pequeño equilibrio que dicta el crecimiento y que dicta que cuando crecemos necesitamos darnos cuenta de que un cambio se ha producido en nosotros. Es por eso que las dosis son necesarias para el avance. Si apuntamos demasiado alto nos perdemos en un largo periplo de demasiado éxito o demasiado fracaso, lo que hace más difícil distinguir el eje de la diferencia que hemos establecido en nosotros mismos.

(Saliendo del paréntesis)

Entonces, la felicidad es un acuerdo de satisfacción con una/o misma/o y el destino, que por lo demás tiene reglas básicas que permiten su funcionamiento, estas son:

No existe la felicidad complicada: entender que el acceso al estado de plenitud es como lanzar una flecha. Para que ésta pueda alcanzar el objetivo, sigue una linea visible y clara de un punto a otro. Sin nubes ni intrincados pasadizos. Reside en la simpleza de poder estar.

No existe la felicidad sin gratitud: La gratitud es un reconocimiento de plenitud. Es la posibilidad de experimentar la plenitud y es maravilla de maravillas, un estado que podemos entrenar. Podemos practicar la vía de la gratitud para que se vuelva un hábito que nos conduzca a la felicidad.

No existe la felicidad sin contraste: La felicidad requiere de la capacidad de distinguir, de darnos cuenta. Para darnos cuenta pasamos un largo periplo (o corto) de contrastes y polaridades, cuya única función es la de mostrarnos una dimensión cada vez más sutil y precisa de la paz del ser.

Una simplicidad que aparentemente no es fácil

Me acuerdo estar mirando la magnífica montaña en el programa de Amma en el sur de India. Un lugar en medio de un parque nacional de tigres y elefantes. Estábamos a mitad del programa y había tierra por doquier. Yo me moría por comer un pazhal puri (pallam puri), una banana frita cubierta de una masita deliciosa de la cual soy adicta cada vez que viajo a India y mirar con desazón que no había y que peor aún, quizás ya no tenía hambre de nada. Estaba cansada de comer y me sentía satisfecha. Cuando un día después los camiones se habían marchado y solo quedaban las tiendas vacías, las ollas vacías y la polvadera, el valle y la montaña se abría perfecto. No tenía nada de lo necesario para ser feliz, más bien todo lo contrario. Tenía la más pura incomodidad, insatisfacción, suciedad y así, con eso, me sentía completamente feliz. Esta es la revelación que se me vino por oleadas desde entonces: cuando se experimenta la privación de todo lo que creemos necesario para sentirnos bien, emerge un profundo sentido de satisfacción que no depende de nada más que de la actitud interna, y esto es la libertad, esto es la plenitud anhelada.

Simplificar la vida es abrir la oportunidad de descubrir lo que realmente nos contenta. Lo que realmente nos introduce en el plano de la dicha.

Prueba a simplificar tu vida. Deshazte de las cargas innecesarias que llevas. Bota lo que no usas y practica lo que realmente te nutre y te hace feliz.

Deja de distraerte y profundiza.

Lo primero y lo último: satisface a tu alma. Saludando a Maya Angelou

Lo primero y lo último: satisface a tu alma. Saludando a Maya Angelou

Cada parte, cada voz en nuestro interior clama por algo.

Nuestro cuerpo nos habla de todo tipo de deseos y necesidades.

Nuestras emociones otro tanto, nuestra mente, qué decir.

Y de todas estas hay una que sin embargo satisface a todas las demás.

Cuando satisfaces la necesidad de tu alma todas las otras voces felizmente se acallan.

Por eso, si has de satisfacer a una parte de tí, siempre, trata de satisfacer  primero a tu alma. Todo lo demás seguirá.

Los libros y los estantes donde estaba Maya Angelou

Cuando era chica una de las cosas que más recuerdo son los objetos y especialmente los libros que veía una y otra vez en el estante de la habitación de mi mamá.

Los bordes largos y angostos con letras doradas, verdes, negras, con tipografías simples o elaboradas.

La tapa del Bhagavad ghita en inglés cuando solo era la confusa imagen de un hombre que lucía perturbadoramente como una mujer.

Recuerdo los titulos que volvían una y otra vez a mis ojos, The Other Bible, Gentle Gyants, Juan Salvador Gaviota, The god of small things y finalmente el libro de cuya autora quiero hablar hoy, I know why the cage bird sings, “Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado .

Me acuerdo cuando el jefe de mi mama de esa época le trajo este último.

Entre los cuatro o cinco textos venía este libro de bolsillo, tan poco apetecible a pesar de la novedad de su título.

John solía ser la fuente de varios de los libros que mi mama leía en las noches al llegar de la oficina y la razón por la cual varios de ellos estaban en inglés.

La lectura y mi mama tenían rituales.

No había placer mayor para ella -aún es así-, que la promesa de la lectura bajo el cobijo de las colchas en la noche. Desde mi habitación yo podía disfrutar con una sonrisa, la ocasional carcajada o el sonido infaltable de esa tos aclaratoria, una sola, que jamás ha fallado en el ritual nocturno de mi madre.

Cuando yo aún aprendía las primeras palabras y luchaba por ir desarrollando el hábito de leer, trataba de competir con el paso veloz de su lectura leyendo solo la última palabra de cada línea, muchas veces retrasándome al paso rápido de su mirada a través de las letras. Y luego de unas cuantas páginas, cuando ya era evidente que no la podría alcanzar y renunciaba al deseo de ganarle, mi mirada volvía a caer sobre el lomo de los libros y allí estaba ese, el de las letras  floridas, de colores pasteles con la imagen de una señora negra que parecía una maestra de escuela con una historia poco entretenida que contar.

Solo este año, un domingo en el que retomábamos la tradición de los tallarines, luego de un viaje fugaz por USA, mi mama volvió hablarme de la mujer del libro que yo conocía tan bien por fuera, jamás por dentro.

Me daba cuenta mientras ella me hablaba de Maya Angelou, como yo curiosamente había separado al libro de su autora, como si su nombre y su creación volaran separados por imagen y sonido.

Para mi, Maya Angelou no era esa mujer en la tapa de aquella novela.

Su nombre era exótico, su imagen en esa imagen, no.

Yo pensaba todo esto, mientras mi mama hablaba entusiasmada señalando el libro sobre la mesa, la última auto biografía – después supe- de esta mujer que había sido violada a los 7 años y que había dejado de hablar por 5 luego de pensar que por pronunciar el nombre de su violador este había muerto tras repetidos golpes pocos días después.

maya

Unas semanas antes me había encontrado un video sobre el amor.

Allí una anciana hablaba con voz pausada e hipnótica. Hablaba del amor en una forma simple e inmensa a la vez. Era así porque su relato y visión nacía de la experiencia extraordinaria que era su vida. Cuando lo vi, no sabía que se trataba de Maya.

Mi mama servía la comida y me contaba sobre la madre de Maya Angelou, y me hablaba mientras comíamos los deliciosos tallarines y mientras íbamos en el auto al cine.

Cómo yo no puedo contenerme cuando algo me fascina, mientras me hablaba en el auto, me fui buscando en el celular más información sobre esta mujer que leyó un poema en la toma de poder de Clinton el año 93 y que fue mentora de Oprah Winfrey por más de 30 años. Hasta que a mitad de camino, dí con uno de los varios artículos que Maria Popova había dedicado a la escritora. En ella, sin trucos Maya hablaba sin hablar del poder sanador de la creación humana en el contexto de su experiencia de violación cuando pequeña:

To show you … how out of evil there can come good, in those five years I read every book in the black school library. I read all the books I could get from the white school library. I memorized James Weldon Johnson, Paul Laurence Dunbar, Countee Cullen and Langston Hughes. I memorized Shakespeare, whole plays, fifty sonnets. I memorized Edgar Allen Poe, all the poetry — never having heard it, I memorized it. I had Longfellow, I had Guy de Maupassant, I had Balzac, Rudyard Kipling — I mean, it was catholic kind of reading, and catholic kind of storing.

[…]

Out of this evil, which was a dire kind of evil, because rape on the body of a young person more often than not introduces cynicism, and there is nothing quite so tragic as a young cynic, because it means the person has gone from knowing nothing to believing nothing. In my case I was saved in that muteness… And I was able to draw from human thought, human disappointments and triumphs, enough to triumph myself.

[Para mostrarte… como del mal puede surgir el bien, en aquellos cinco años leí todos los libros del la Biblioteca escolar para negros. Leí todos los libros que pude conseguir de la biblioteca escolar para blancos. Memoricé a James Weldon Johnson, Paul Laurence Dunbar, Countee Cullen y Langston Hughes. Memoricé obras completas de Shakespeare, cincuenta sonetos. Memoricé a Edgar Allan Poe, toda la poesía -sin haberla escuchado nunca, la memoricé. Tenía a Longfellow, tenía a Guy de Maupassant, tenía a Balzac, Rudyard Kipling- quiero decir, era un tipo de lectura católica, y una forma católica de hacer historias.]

[…]

[De este mal, que era un tipo de mal extremo, porque la violación en el cuerpo de una persona joven, más a menudo que no, introduce el cinismo, y no hay nada más trágico, que un joven cínico, porque significa que la persona ha pasado de no saber nada, a no creer en nada. En mi caso fui salvada por la mudez… Y fui capaz de sacar del pensamiento humano, de las desilusiones y triunfos humanos, suficiente para yo misma poder triunfar.]

Recuerdo lo mucho que me impactó esa idea de pasar de «no saber nada, a no creer en nada». Y como en ese vacío anidaba el cinismo, cuando en ella, en Maya, como si fuera una antorcha, había logrado anidar el triunfo de la fortaleza.

En mi casa se canta una canción.

Es la canción del aromo.

Es una canción folklorica que habla de un aromo solitario al que todos los otros árboles envidian por su espacio, por sus flores, sin saber el esfuerzo y la lucha que debe hacer para sobrevivir de la roca, del viento, del aislamiento. Como produce belleza de su experiencia de dolor, como hace flores de sus penas.

Maya habla de esto sin ningún rastro de derrotismo. Lo hace para demostrar que existe una gema de lo humano que puede ser extraida incluso en la peor de las oscuridades. Su vida no fue fácil. Y justamente porque su vida no fue fácil, es que cada gesto de generosidad y altruismo de su parte resulta un asombro y una joya.

Escogiendo aprender

Cuando mi mama me hablaba primero de la madre de Maya, yo imaginaba a una madre ideal. Solo después supe que como la Doctora Angelou decía, había sido una pésima madre de niños pequeños y una excelente madre de jóvenes hacia la adultez. Ese libro que mi mama me había mostrado y que Maya escribió alrededor de los 80 años, era uno de los últimos gestos de ella para entender a una mujer central en su propia vida, pero llena de contrastes. Maya tuvo la impresionante cualidad de aceptar, amar y aprender de la mujer que la abandonó en su primera infancia. Ese es uno de los impactos de esta oda del amor que pudo hacerle después y que tan bellamente se expresa en este video.

Cuando encontré el video completo de esta entrevista me la pasé llorando de emoción. Maya me hace creer que vivir desde lo más profundo de una fidelidad interna es posible. Y de todas las frases que coronaban el relato, la que más profundo me caló fue aquella del alma, que es la idea central de este texto.

Cuando Maya honra a su Madre, la mujer que la abandonó dos veces, que la salvó también, tratando de entenderla como ella dice, de crear una imagen completa de ella en este pedazo de su autobiografía, enseña una lección profunda que resuena en mi como el verdadero compromiso del amor, que siempre esta atado a la idea de la verdadera libertad, de la verdadera dicha, de la verdadera plenitud. El dolor o la irresolución es siempre una forma de alarma sobre una zona en nuestro interior que debe ser dilucidada, lavada, puesta al sol.

Es por eso que de todas las ansiedades, de todas las peticiones, de todos los deseos y necesidades, el primero y último en prioridad siempre debe ser el del alma. Solo esa petición contiene a las demás. Satisface a tu alma, y todo lo demás seguirá. Para Maya esto era hacer lo correcto. Ese es el verdadero dialogo y clamor de la via dhármica, de la vía que no genera más ataduras, más ruedas y que en última instancia lleva a la liberación.

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Sacando las capas de tu personaje: imaginación y conciencia

Sacando las capas de tu personaje: imaginación y conciencia

Todos los días estamos tratando de dilucidar como son lo demás. Qué piensan, que sienten. Sea cual sea la razón por la que te sumerges a reflexionar sobre que es lo que sucede con otro, la entrada de hoy vuelva la atención sobre lo que esta pasando dentro de ti y algunas formas diferentes de abordar la definición de lo que crees que eres.

personaje

La señora K se sentó frente al comité a exponer su caso. Explicó en detalle lo mucho que le atemorizaba relacionarse con los demás. El comité tomó el caso y comenzó la discusión del problema.

Esto resumía lo que alguien muy cercano a mi hacía cada vez que quería resolver o evaluar algún conflicto interno. Había una serie de personajes que le ayudaban a dilucidar dilemas y conflictos importantes de su vida. Me acuerdo que cuando me contó me quedé fascinada. Era una forma tan creativa de hacer dialogar a las distintas partes que habitan dentro de una/o. Todas esas visiones que discrepan y tienen argumentos contradictorios dentro de nosotras/os. Algunos le llaman a esto la batalla entre el corazón y el raciocinio. Otros distinguen solo una nube de pensamientos dispersos y otros como la persona de la que hablo crean una situación imaginaria que les ayude a aclarar las distintas visiones que normalmente tenemos de las cosas.

La imaginación tiene la extraordinaria posibilidad de ser una herramienta con infinitos usos. Pero lo cierto es que no son muchas las personas que la usan intencionalmente de manera práctica para ayudar a resolver conflictos o dilucidar problemas de su propia vida. Más bien lo contrario. Muchas veces cuando tenemos un problema, nuestra imaginación nos juega en contra y en vez de darnos soluciones nos empieza a agravar el problema. Hemos hablado un poco de este fenómeno en las entradas sobre las distintas mentes (negativa, positiva, neutral) y en general cuando hablamos de la necesidad de poder domar un poco este caballo loco que tenemos en la cabeza.

En términos de espiritualidad, la imaginación tiene un potentísimo rol liberador. Amma dentro del recomienda activamente en el Bhakti yoga, el yoga de la devoción, utilizar esta herramienta para poder sentirnos en presencia de lo divino, llevarnos a estados emocionales de profunda intensidad por medio de la imaginación. Y funciona.

Pero la entrada de hoy es sobre un uso particular de la imaginación. Te he estado hablando del Curso de Autoconocimiento y Escritura, y en él hay otra área de la que te quiero contar un poco y que tiene que ver con los personajes y el impresionante ejercicio que es crear uno para develar varias capas ocultas de nosotros mismos.

Un personaje

De alguna manera todos creamos un personaje de quién somos. Nos identificamos más o menos con una idea de lo que nos mueve, lo que nos gusta, lo que no nos gusta, de lo que tenemos miedo, nos motiva o hace soñar. Pero no muchas veces miramos con detenimiento a este personaje con el que tan firmemente estamos identificadas/os.

Cuando quieres construir un personaje para una historia debes saber exactamente quién es. Y con “quien es” me refiero a todas aquellas cosas que hacen de marco general para que alguien se comporte, sienta, piense y actúe de una manera determinada. Necesitas saber cual es su historia, como se crió, que es lo que más teme, que es lo que más ama. Cómo se viste, como habla. Todas estas cosas son importantes porque es la única manera en que sabrás como ese personaje actuará en tal o cual situación. Es importante porque lo que el personaje “es” o más bien cree ser determinará cosas fundamentales en la historia que quieras contar.

Hay algo especialmente interesante en esto y es que cuando ves a tu personaje tienes que ser brutalmente honesta/o. En sus debilidades y en sus fortalezas. En lo que oculta, en lo que sabe de si mismo. Porque esto es lo que determina si el personaje es creíble o no, si actúa de acuerdo a lo que es en todas sus dimensiones. Me acuerdo hace varios años cuando salió la película el Silencio de los Inocentes. Una de las protagonistas era encarnada por Jodie Foster quien no quiso aparecer en la segunda parte de la saga, pues sentía que el personaje que habían creado para ella no era coherente con el personaje original. El rol lo tomo Juliane Moore. Lo hizo muy bien, pero Jodie Foster tenía razón (en mi opinión). Clarice Starling en El silencio de los inocentes y en Hannibal no son la misma persona.

¿Cuál es la relevancia de esto para nosotras/os? El lograr que un personaje sea coherente en el sentido de que logremos que no traicione lo que realmente es, esta determinado por cuan bien lo conocemos, cuan bien entendemos sus contradicciones, sus tendencias y sus debilidades. Un ejemplo hermoso de como funciona bien la coherencia y la motivación de un personaje se da en la película Pulp Fiction. El personaje de Butch, personificado por Bruce Willis es introducido cuando niño con la historia del reloj de su padre. Sin esta historia inicial nosotros nunca podríamos justificar que él decida volver a su casa luego de que ha decidido traicionar al jefe de la mafia solo para buscar un reloj sea de su padre o no. La historia que nos cuentan al principio de los esfuerzos brutales que tuvieron que hacer dos hombres por traspasar el reloj a él, es lo que permite que el resto de la historia se produzca.

Nosotros al igual que los personajes tenemos códigos y coherencias que están determinados por los ejes de lo que consideramos importante y lo que nos define. En la serie policial Wallander, un personaje le aconsejaba a dicho detective sobre como se resolvía un crimen: “mi marido siempre decía que la gente mataba por amor. Tu simplemente debes descubrir que es lo que la gente ama”. Claramente esta es una interpretación suelta de lo que es el amor, pero se aplica a qué es lo más importante para la vida de alguien. Esto es lo que determinará su actuar en toda clase de cosas.

Para algunos es la comodidad, para otros la seguridad, para otros el respeto, el sentirse acogidos, tener prestigio, crecer, etc. Cada una/o de nosotros tiene un eje de motivación, algo que nos impulsa y es esencial identificarlo para poder entender nuestro movimiento en la vida y el mundo.

Este ejercicio de identificar estas cosas es lo que hace que al crear un personaje te tengas que preguntar y responder una serie de interrogantes sobre lo que lo mueve para así poder explicar y predecir su comportamiento. Lo curioso es que esto escapa completamente a lo que nos preguntamos y respondemos de nosotros mismos. Claramente no nos preguntamos todos los días sobre lo que más amamos en el mundo, o que es lo que más tememos, de donde venimos y en que medida eso determina o parece determinar las desiciones que tomamos.

Recuerdo una pregunta que le hicieron a Robert Mckee sobre la necesidad de definir a los personajes para una historia y sobre cómo era importante que el mundo en el que éste se movía debía ser acotado, que no podía ser cualquier lugar en cualquier parte. Mckee lo decía clarísimo. El guionista al que estaba asesorando se resistía a la idea de que debía definir exactamente de donde en Estados Unidos era el personaje. Le decía a Mckee, “es el típico americano” (entendiendo esta cosa de decirle americano a los estadounidenses). Y Mckee lo miraba con cara de eres un estúpido, diciendo que no existe eso del típico americano. Un hombre de Nuevo México o Texas es totalmente diferente de alguien en san francisco o en nueva york, nacido en medio del desierto  o en lo grandes lagos. La cualidad de acotar o definir al personaje es lo que le da realidad y verdad a lo que sea que este haga, pero sobre todo le da la posibilidad de evolucionar, de moverse, de crecer.

Cuando no somos capaces de definir con claridad eso que nos compone, por más difuso que nos parezca a nosotras/os, es como si dejáramos pasar la vida entre los dedos, sin distinguir diferencias o avances en nuestra historia. No somos capaces de sentir y ver nuestro proceso, y en eso, nuestra evolución.

Tony Robbins suele decir que la percepción de la felicidad está íntimamente ligada a la sensación de avance, de hacer progresos. Y eso requiere esencialmente tres cosas. Saber de donde partimos, a donde llegamos y si hay una diferencia entre las dos en el tiempo.

Para que puedas utilizar algunas de las herramientas de lo que vemos en el curso, te dejo, pequeños tips que requieres para conocer a un personaje, de manera que lo puedas aplicar en ti. Para saber tu progresión, para saber distinguir lo que hay detrás de esta historia que vives y para definir con toda claridad eso que regula, como lo hace de alguna manera la serie de experiencias que has tenido, define las opciones que tomas y el tipo de vida que estas viviendo.

Aclaración

Quiero aclarar tres cosas.

La primera es que tanto las experiencias que hemos vivido, como lo que nos define a nivel de estructura, no constituye la base de un determinismo social y psicológico. Estos ejercicios justamente buscan liberarte de cualquier tipo de determinismo basado en la relativa inconsciencia que puedas tener de ti misma/o. Es decir, si existe algún tipo de determinismo, ese se llama inconsciencia. Solo cuando comenzamos a conocernos es que podemos romper ese ciclo de predisposición interna a un cierto tipo de experiencias y eso es lo que queremos empezar a hacer.

La segunda es que nada de esto quiere decir que creo que uno puede controlar completamente su destino. Siempre hay un porcentaje de esfuerzo pero el factor definitivo siempre es la Gracia, ese misterioso toque de “otra cosa” en todo lo que vivimos. Lo único que podemos controlar es nuestra actitud hacia las cosas, nada más.

Tercero, una vez que conocemos lo que queda es soltar. De nada sirve conocer para quedarse pegado eternamente en lo que internalizamos de nosotros mismos. Identifica la paja y simplemente separala del trigo. No te pongas a llorar por la cantidad que tienes: focalizate en la solución.

La red del personaje:

Personaje y sus esferas

Para poder hacer este ejercicio a cabalidad he diseñado un material específico. En él encontrarás un telar con todos los elementos que componen a un personaje y luego todos los elementos que debes llenar sobre él para tener una idea más o menos clara de lo que hay detrás. Es uno de los múltiples materiales del curso de Autoconocimiento y escritura. Descárgalo, úsalo y cuéntame que es lo que descubres.

Accede al ejercicio

 

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